En este artículo: Cuba, Cubanos, Héroes, Historia, Historia de Cuba, José Martí
28 enero 2025 |

Siempre hay misterio en la grandeza, y para los cubanos, como dijo Lezama Lima, el misterio que siempre nos acompaña es José Martí, centro espiritual de la nación cubana y el imán capaz de unir lo diverso. El origen de la feliz imagen de Lezama, no se puede precisar. ¿La publicó en algún lugar? ¿Fue una recurrencia en las conversaciones, que sus contertulios llevaron a la sociedad? No tengo respuesta.
Pero la raíz de los misterios no es la oscuridad, sino al mutismo. En la poesía, como en la vida, los silencios también hablan. En ocasiones gritan. Como el mismo Martí pensaba: “El pudor del dolor es el silencio.”[1] Por eso, a la obra martiana es necesario acercarse buscando los vasos comunicantes entre su vida y la manera de expresarla de manera literaria, como la unidad del universo, “que encierra tantas cosas diferentes”.[2]
Navegar por las corrientes inquietas de las metáforas martianas es revelar el parto de sus ideas. Sentir el placer, que él hallaba en “buscar la causa de los sucesos”, de donde ante nuestros ojos surgen los hombres como creaciones del que busca”.[3]
Buscando el nacimiento
Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido:
mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo.
¡Cuántas generaciones han declamado estos versos en actividades escolares. Lo que nunca nos explicaron, es que significaba ese ciervo que están persiguiendo. Pensábamos que era la descripción de una escena de caza. Pero en uno de sus silencios expresivos, el autor cifró con cuidado la clave, llamó al libro Versos sencillos, no simples, que es lo ingenuo y superficial.
Las metáforas suelen tener larga gestación. !Cómo persiguen las imágenes poéticas!”, escribió Martí en uno de sus Cuadernos de Apuntes, “!Cómo acaricia el oído! ¡Cómo solicita que le dé forma!”. En su andar el creador va dejando rastros de la gestación de las imágenes. Puede ser en cartas íntimas, en documentos públicos o en el monólogo que susurra a diarios o libretas de notas. Escritas al dorso de una hoja comercial, puede encontrase la clave de una idea, todavía sin forma acabada.
La estrofa que antes citamos pertenece al libro Versos sencillos. Martí no dio nombre ninguno de los poemas del libro. Los identificó con números según el orden que les dio en el libro. La primera estrofa citada pertenece al poema “V”, y esta otra al poema “II”. En ambas se reitera la imagen de acoso sobre el mismo tipo de animal.
Yo sé de un gamo aterrado
Que vuelve al redil, y expira,–
Y de un corazón cansado
Que muere oscuro y sin ira.
Ambos animales, ciervo y gamo, son de la familia de los cérvidos. Aunque difieren en su tamaño. El gamo es de pelo rojizo. Debido a sus semejanzas en ocasiones, se les utiliza como sinónimos. Redil llaman al lugar cercado donde concentran al ganado para protegerlo en invierno.
Por su porte elegante y su agilidad, se considera al ciervo como rey del bosque y su cornamenta, la corona. No es agresivo, no se alimenta de otros animales y su carne es apetecible. Todo eso los hace presa codiciada de los cazadores, por necesidad o por diversión. Es símbolo de espiritualidad y bondad en muchas religiones. Desde el cristianismo, budismo, hebreos, y celtas hasta tibetanos y los nativos originales del Norte de América.
Presentación de los versos sencillos
Los dio a conocer en diciembre de 1890 en una reunión entre amigos, que lo estimularon a publicarlos. Cosa que sucedió en julio del año siguiente. Como él mismo dice en el prólogo, lo escribió en el verano de 1890. ¿Qué había herido al ciervo y aterró al gamo en ese tiempo? “Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, los pueblos hispanoamericanos.”[4]
El 2 de octubre de 1889 se inauguró la Conferencia Internacional Americana con evidentes propósitos anexionistas de Estados Unidos hacia América Latina. Sus sesiones concluyeron el 19 de abril de 1890. La voracidad imperial de Estados Unidos tiene como prioridad las colonias del disminuido imperio español: Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Esas les abrirían las puerta para Asia y el Sur de América. Martí entiende que puede dilatarse agrupar a los cubanos para reiniciar la guerra necesaria por la independencia. “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”, escribe horas antes de morir a su amigo Manuel Mercado.
Todavía fresca la tinta de en el libro, comienza Martí a organizar el Partido Revolucionario Cubano. Al espíritu acosado se unen la urgencia patriótica, porque “la libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la libertad espiritual…”[5]
El hombre
Es necesario, bajar a José Martí de los monumentos, para comprender mejor al hombre. Graduado en España en Derecho y Filosofía, es un joven que apenas ha cruzado el umbral de los 20 años. Marcado por una dura prisión no ha olvidado su pasión por la independencia de Cuba. En su periplo 1875-81 se esfuerza por estabilizar su vida. Es el único varón de la familia. Eso agrava la situación en época de ínfimas posibilidad para la mujer de ganarse la vida, “…mi madre.—Realmente, se cree que la he sacrificado a mi bienestar.” [6]
El 20 de diciembre de 1877 contrae matrimonio. Piensa que con los empleos logrados en Guatemala, donde fue tan bien recibido, puede sentar hogar, con modestia, pero estabilidad. Carmen Zayas Bazán queda embarazada en Guatemala. Aumenta su responsabilidad material. Pero todo se tuerce, por el acoso de que tendrá que defenderse siempre. Comienzan a suspenderle trabajos en los que antes fue elogiado.
La fuerza de su luz ciega. Mezquinos cazadores de talentos lo acorralan, porque “entre estos hombres de extraordinaria pequeñez, cuanto revela vigor, personalidad, austeridad, energía, parece crimen”, [7] o esta, otra, “en cuanto se levanta un asta por el aire, ya están los hombres por todas partes buscando el hacha.”[8] Y fue así el acoso espiritual y material que lo acompañó en su vida. “Mis anhelos y angustias están en riña con mi real situación humana”, le escribe a Máximo Gómez en 1878.
“La verdad es que he cometido un gran delito: no nacer con alma de tendero”[9]. No acepta ser cortesano de la inteligencia. Pero no se aparta en busca de refugio en torre de marfil. Necesita “aire de alma”, pero, “con un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan tiranos” (…) porque “la libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la liberad espiritual”.
“El alma, es verdad que va por la vida como en cacería la cierva acorralada […] En cuanto asoma, un escopetazo la echa abajo.” En diciembre de 1889, angustiado por las maniobras anexionistas, anhelando la llegado de su esposa con su hijo, en el umbral de sus Versos sencillos, confiesa a un amigo, que “como la vida del día acorralada y espanta, echo la pluma a volar”[10]
Es el Martí que integra en si lo diverso de manera natural. Como “la unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y es uno”. La metáfora de los cazadores detrás de la presa resurge en su vida muchas veces hasta acompañarlo rumbo a la guerra necesaria: su destino.
Si el tema les interesa lo tratamos en otro artículo.
[1] José Martí, Obras Completas. Editora nacional de Cuba, La Habana 1963-65. Tomo 19, p. 405. A partir de aquí OC.
[2] Carta a María Mantilla.
[3] OC, tomo 9, p. 307.
[4] José Martí, Prólogo a Versos sencillos).
[5]5 OC, Carta a Manuel Mercado tomo 20, p. 28.
[6] OC, T. 20, p. 44.
[7] OC, t. 20, p. 521.
[8] OC, 22, 77.
[9] OC, t. 20, p. 45.
[10] OC, t. 20, p. 157.
Tomado de. cubadebate.cu